De cuotas por pagar

Mil veces mis padres discutieron que era lo mejor para mi, si bautizarme como hijo de Dios o simplemente dejarse de ideas locas y gastos innecesarios, y ahí fue donde dieron en el clavo y se pusieron de acuerdo, ¿para qué gastar? mis padres se convencieron de que si todos somos hijos de Dios, no era necesario gastar en una fiesta para toda la familia y mucho menos en un pequeño trajecito que sólo utilizaría una sola vez y de colmo me haría ver como una niñita, ¿o es muy varonil acaso el usar vestido, gorro y zapatos de charol?, el punto es, para que gastar en un trámite tan… tan… ustedes entienden de qué hablo. Continuar leyendo «De cuotas por pagar»

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Del miedo y las ganas de coger

… no había nadie, el tren se había detenido y salió del vagón, se preguntó si seguiría soñando y en eso recordó que uno no puede leer en los sueños, volteó a todos lados y no encontró algo para leer, agarró su cartera y sacó una credencial: Juan Pablo López López, chingado, sí era él, sabía que ese era su nombre, ni como cambiarlo, desde que iba en la prepa le decían “el Papa” en un destello de originalidad de sus compañeros que se burlaban de sus dos nombres, y fue por eso que se dio cuenta que no estaba soñando, caminaba sin saber a donde, pero por la luz, por que seguía todo cagado por el sueño que tuvo y por el niño y el anciano que lo estuvieron siguiendo según él.
Seguía caminando por la calle, esperando a que pasara un Continuar leyendo «Del miedo y las ganas de coger»

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Pandemia cotidiana

Miguel conoció a Cristina en la fiesta de su mejor amigo, resultaba ser que era mujer no muy bella, simplemente sencilla, no muy despampanante, nada provocativa, ni en su vestido, rostro, formas o actuar, a él le pareció un presa fácil, ella tenía en su mano un trago, y por los otros que se encontraban a su lado podía darse cuenta que ya tenía mucho tiempo en esa fiesta. Estaba sola en un sofá, tan sola, sin amigas sofocantes, no niños, familiares, hombre, anillo o algún indicio que le dijera que se alejara.

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Al final

Al final todo es más claro, pues las cosas complicadas, esas que tenías planeadas hacer en una semana, meses, años o que simplemente lo tenías en la categoría de quimeras inalcanzables, esas cosas, desaparecen lentamente mientras te concentras en observar los segundos carcomiendo poco a poco tu carne hasta robarte la última molécula de aire.

Todo se vuelve simple y de golpe, te llega la certeza de que todos los logros que obtuviste fueron nada y que ese apocalipsis al que llamaste vida no es más que parte de una gran cadena a la que realmente nunca quisiste permanecer.

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