El coleccionista de historias.

Cerró el libro, se recargó en el respaldo del sofá y miró hacia el techo. Había sido una buena historia. Reflexionó el desenlace mientras los últimos detalles de la novela que acababa de leer se grababan en su mente.

Después de un rato se levantó y acomodó la novela en el enorme librero de su casa junto con todos los demás libros que ya había leído con voracidad. Aunque tenía una enorme colección de libros, también contaba con una amplia colección de novelas gráficas, cómics, documentales, películas, series de televisión, videojuegos y manuscritos propios que nunca publicó. Toda esta gran colección solo tenía una cosa en común: La historia le había fascinado.

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Coitus interruptus en la playa

Se acerca ese cerro, o yo me acerco a él. Mis lentes oscuros son como una barrera ante los rayos del sol, mismos que queman mi brazo derecho. Aún así, disfruto del paisaje. El ruido del motor aunado al viento que entra por las ventanillas me relaja. Me relaja pensar que pronto estaré en la playa.

Con todo y que yo no voy conduciendo, me siento con plena libertad… mi mente es la que se siente con plena libertad, y me lo está demostrando: sexo en la playa con la primer chica que se me atraviese, cervezas al por mayor, descanso en la arena, nadar sobre las olas. Después de barajar estas opciones, mi cerebro se decide por la primera: sexo en la playa con la primer chica que se me atraviese.

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Las escaleras

Timbraste un poco antes de lo que yo esperaba; como pude me puse mi camiseta, bajé las escaleras, y previo a abrir la puerta, encendí el reproductor de discos compactos que tengo en la sala, el cual empezó a reproducir el último compacto que había introducido no se hace cuanto tiempo.

Hacía ya más de tres semanas que no te veía, y si acaso, habíamos intercambiado dos o tres llamadas telefónicas. El verte después de largas ausencias me produce una serie de descargas eléctricas que recorren indistintamente mi estomago y espina dorsal como la primera vez que te besé, hace ya algunos años en aquel pequeño restaurante italiano a las afueras de la ciudad.

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El sonido del silencio

(Dale play y comienza a leer)

Miré a mi alrededor.

Intenté encontrar un cálido sentimiento entre la Oscuridad.

Pero no ha habido noche más fría que ésta.

Aún en plena primavera.

Cuando todo a tu alrededor carece de luz, sólo podemos volvernos una sombra más.

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Chapter V: Zombies vs Shemales vs Homeless

(si quieres leer el «Chapter IV: Fate of princess Zombie» dale click, aunque no es necesario)

Después de la batalla épica entre Beto (no yo, otro beto) y Olga la princesa Zombie en el país Zombie llegaron a un acuerdo, Olga tenía el problema de que había weyes medio huevones en el país zombie que no eran zombies pero parecían, asi que se hacían pasar por ellos y disfrutaban de las bondades que el país Zombie les da a sus ciudadanos Zombies, ellos eran los Homeless, estos weyes se habían vuelto un problema pues eran un chingo y como el lenguaje Homeless (balbuceos de teporocho) era muy parecido al lenguaje Zombie pues a veces era muy dificil distinguirlos, asi que Olga le dijo, «está bien, te dejaré una porción del pais Zombie si te llevas a de aqui a todos los homeless», lo cual era un reto, porqué eran muy parecidos, checa: Continuar leyendo «Chapter V: Zombies vs Shemales vs Homeless»

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