Influenza K, el virus de los puercos voladores y los remolinos de colores

Cuando uno escucha “facultad de enfermería” se le viene a la mente un montón de viejas acá bien buenas en mini batitas blancas desbordándose en sabrosura capaces de complacer cualquier deseo por mas inimaginable o inmoral que pareciera, bueno, al menos yo si me lo imaginaba, cualquier cosa era imaginable menos un wey como yo, deserté en la facultad de medicina y aferrado me inscribí en enfermería donde hay puras viejas gordas, chiaaaa. El ser enfermero desató una serie de bromas y risiones estúpidas por parte de mis amigos, ya te imaginarás, todos me traían de bajada por ser enfermero pero yo iba con todo, tanto así que me eligieron para hacer prácticas en el hospital mas nice de la ciudad y ahí me tienen, haciendo puras tonterías en el hospital, jugando carreritas con las sillas de ruedas con otro enfermero en prácticas o, lo mejor de todo, Continuar leyendo «Influenza K, el virus de los puercos voladores y los remolinos de colores»

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Orden directa

—¡¡¡Dispara, dispara, dispara, disparaaaaaaaaaaa!!!

—!!!Ahhhhh!!!

El sonido de las balas descargarse resonó por todo el pasillo, pero aún así pude escuchar los impactos al entrar en el cuerpo del objetivo.

Ricardo, Arturo, Elena y yo habíamos sido asignados para mantener el hospital a salvo, en cuarentena y en orden hasta que el helicóptero llegara con las vacunas. Éramos el mejor equipo de la fuerza, por eso nos habían confiado la locación, y por eso éramos solamente los cuatro.

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Pandemia cotidiana

Miguel conoció a Cristina en la fiesta de su mejor amigo, resultaba ser que era mujer no muy bella, simplemente sencilla, no muy despampanante, nada provocativa, ni en su vestido, rostro, formas o actuar, a él le pareció un presa fácil, ella tenía en su mano un trago, y por los otros que se encontraban a su lado podía darse cuenta que ya tenía mucho tiempo en esa fiesta. Estaba sola en un sofá, tan sola, sin amigas sofocantes, no niños, familiares, hombre, anillo o algún indicio que le dijera que se alejara.

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Jueves por la noche

Ella me veia a los ojos como queriendo que le dijera cosas que al mismo tiempo sabia que no le iba a decir, sus ojos me encantan y esa ojerilla que se le hace cuando está estresada por el trabajo simplemente me mata, hemos vivido una relación bien extraña, y será mas extraña aún, tratamos de no vernos mucho, incluso fines de semana solo nos gusta vernos en la noches, ¿la razón? . . . no lo sé, como que asi hemos sido, ella no me lleva a sus compromisos, y yo no la he hecho parte de mi vida, al principio yo la queria involucrar en todo lo que hacía, después entendí el mensaje, de repente nos vemos, y como no sabemos nada del otro es como si estuvieramos en una pequeña burbuja desde donde observamos la forma en que corren nuestras vidas, como si ella me permitiera ser espectador, y solo espectador, de su vida.

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Uniendo los puntos

Resulta que es una parte natural del ciclo de vida de los virus el mutar. Así como el ser humano evolucionó a partir de un mono a base de ligeras mutaciones en su código genético, los virus también han evolucionado con el andar de los siglos. Se adaptan a las resistencias naturales de los organismos que infectan, resisten las medicinas con las que los humanos las atacan. Pero la evolución más descontrolada que existe es la que se da por una reproducción “mal hecha”. Algo sale mal, de millones de virus que se producen de una vez uno sale diferente. Muchas veces no pasa nada, las probabilidades de que surja un virus letal de la nada es minima, la mayoría de las mutaciones son benignas, pero nunca falta esa única vez, en que el virus, por mera coincidencia se convirtió en un agente letal. Ya ha pasado antes y es solo cuestión de tiempo para que pase de nuevo.

La gente que mapea los genes de los virus te podrá decir:

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