Y decía:…

Juan Pablo se quedó mirando como Laura caminaba desnuda hacia la puerta, no pudo evitar sentirse por un momento ahora en una película de Tarantitno o Rodríguez. Él salpicado de sangre, mal vestido y con un bate de béisbol en la mano mientras veía a Laura contonear su exquisito trasero hacia la puerta. Ella manchada de sangre y con una despreocupación tal que él encontraba excitante, tanto que se sentía como un héroe antagonista.

Juan Pablo miró en cámara lenta a Laura, cada retumbar de la carne de sus glúteos era una invitación, la manera minuciosa en la que su cabello se inclinaba de un hombro al otro mientras pasaba por sus espalda, como si dirigieran una orquesta silenciosa.  De repente Laura abrió la puerta y una luz inmensa comenzó a llenar la habitación, Juan Pablo de inmediato llevó su mano a la cara tratando de cubrirse de la ceguera que provocaba tan inmensa luz pero a la vez como queriendo ver algo trataba de asomarse. Continuar leyendo «Y decía:…»

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La encrucijada

Encrucijada. 1. f. Lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos. 2. f. Ocasión que se aprovecha para hacer daño a alguien, emboscada, asechanza. 3. f. Situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir. (Diccionario de la Real Academia Española).

…se escuchó un chirrido y la diminuta habitación se inundó de luz por primera vez luego de un par de días de ser resguardada por un frío candado.

-Órale, escuincle, ya salte pa´fuera.

Pedro permaneció en el rincón con el rostro en las rodillas sin importarle la orden de la anciana, y con la serenidad que otorga una decisión meditada durante largo tiempo y asumida con convicción. Pedro, a sus escasos nueve años, estaba convencido de que iniciaba ya una nueva vida.

-A ver si así aprendes; ahora, si quieres tragar, ya sabes qué hacer. Continuar leyendo «La encrucijada»

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Motivos

El sonido del agua cayendo había hipnotizado completamente a Juan Pablo, sin darse cuenta, o quizá sin importarle, había abierto la llave del lavamanos a todo lo que daba. Ese sonido, el burbujear del agua, la sensación en sus manos y el shock de aquella imagen le había bloqueado cualquier pensamiento. Observaba el agua corriendo y desapareciendo, deseo con todas sus fuerzas irse con el agua y terminar en la alcantarilla que al fin y al cabo no podría ser peor que la cloaca de su vida, si se iba con el agua o no su vida terminaría igual, en el hoyo.

Llevaba media hora lavándose las manos como si quisiera deshacerlas con jabón y agua, parado en medio de un charco de agua y el abdomen frío salpicándose, con miedo de salir de ese cuarto.

Laura había encendido un cigarrillo y seguía sentada en la sala, desnuda, con la luz prendida y sin mostrar inhibición alguna. Miraba a un punto indefinido en la pared, se ahoga con el cigarrillo y tose estrepitosamente saliendo de su hipnosis. Continuar leyendo «Motivos»

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Sangre de mi sangre

«Primero en tiempo, primero en derecho«… ja, ja, ja, ja, ja, pobre estúpido; Juan Pablo, tardó unos segundos en asimilar el significado de esa frase, fue entonces cuando comprendió el sentido de la misma.

Al instante reflexionó sobre el cuadro que estaba ante sus ojos, le pareció una mala broma del maldito destino, siempre en su papel de agnóstico, el gesto serio cada vez que hablaba del tema, le vino de inmediato a la mente las mil y un veces que repitió a cuanta persona se dejara por él influenciar: «el destino no existe»; no obstante, ese mismo destino(?) del que por tantos años renegó, le daba una bofetada directo a su -hasta hace unos cuantos minutos- inmaculado orgullo; no daba crédito a lo que sus ojos le mostraban, le pareció una imagen dantesca, un mal chiste. Continuar leyendo «Sangre de mi sangre»

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Felaciones

Y . . .

Con una voz grave, un marcado bamboleo seguramente originado por el alcohol y una penetrante emanación a sudor le rogó: -“Joven, por favor regáleme un cigarrito o unas monedas para comprar algo de comida”.

Juan Pablo que no fumaba, sacó del bolsillo trasero de su pantalón un arrugado billete de 20 pesos que no le habían aceptado en el merendero cercano a su oficina por contener una leyenda política opositora al gobierno, estiró la mano y antes de hacer contacto con la de aquel, lo soltó, al momento que murmuraba para si: «necesito tranquilizarme,
no puede ser que hasta un menesteroso pedigüeño me asuste». Continuar leyendo «Felaciones»

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