Epílogo a El sabor de su sangre

Epílogo a: El sabor de su sangre

No se dio cuenta del momento en que se quedó dormida acurrucada del frio de aquel sábado cercano a las fiestas navideñas, tenía entre sus manos uno de esos libros de Vampiros que ahora tan de moda están entre las mujeres ávidas de novelas de amor tipo Corín Tellado pero algo más actualizadas y un poco más de tensión sexual. Continuar leyendo «Epílogo a El sabor de su sangre»

Share

El libro de amor

Epílogo a El libro de magia.

Muchas veces pensó que no estaba haciendo lo correcto, muchas veces se aferró a la desenfrenada decisión de que estaba en el punto de no retorno. Un día todo terminó, se dio cuenta de que todo este tiempo no le había sido posible sacarlo de verdad de su cabeza, de su corazón. Repasaba por horas en su cabeza toda su figura y su forma de ser, siempre quiso desde el momento que optó por olvidarse de él, que su nuevo compañero fuera un pilar inquebrantable de apoyo, de confianza y de comprensión, así cómo él lo era cuando estaban juntos. Ella se dio cuenta de que no lo había olvidado, de que cada beso que le propagaba a su compañero era siempre en el fondo pensando en él. Continuar leyendo «El libro de amor»

Share

De los errores

Y un poco después de esto….

Cada mañana paso por esa línea de metro, me escondo entre la multitud de gente y puedo verla.

En un inicio parecía contenta, luego pensativa, luego la ví embarazada, y ahora puedo verla sonreír de vez en vez mientras toma de la mano a su hijo.

Nunca he podido comparar los rasgos físicos del infante con los de Continuar leyendo «De los errores»

Share

Y después… el silencio

Epilogo de «El sonido del silencio»

Pasaron 3 días para que la encontraran. Nada más… una estrella se apagó. ¿Cómo se enteraron del entierro? No vale la pena indagar. Un ataúd ahora encerraba lo que alguna vez fue una vibrante y hermosa joven. Al lado un gran retrato de mejores épocas le hacía poca justicia a la persona que fue.

Asistió la familia, los amigos, personas queridas, el taxista y ese joven que nunca se atrevió a dirigirle la palabra. Este último fue el que más resintió la pérdida. No lloraba, después de todo no la conocía, sin embargo el dolor en su pecho era muy real. Observó a las otras personas, de todos los asistentes sólo reconoció al taxista. Junto con él era el único que no lloraba. Continuar leyendo «Y después… el silencio»

Share