Pandemia cotidiana

Miguel conoció a Cristina en la fiesta de su mejor amigo, resultaba ser que era mujer no muy bella, simplemente sencilla, no muy despampanante, nada provocativa, ni en su vestido, rostro, formas o actuar, a él le pareció un presa fácil, ella tenía en su mano un trago, y por los otros que se encontraban a su lado podía darse cuenta que ya tenía mucho tiempo en esa fiesta. Estaba sola en un sofá, tan sola, sin amigas sofocantes, no niños, familiares, hombre, anillo o algún indicio que le dijera que se alejara.

Se acercó a preguntar un tema random lo cual no importó mucho en realidad, pues el ruido de la fiesta nunca los dejó escucharse del todo, mientras el alcohol y un poco de tiempo juntos hicieron lo suyo y los envió a la cama, una noche más de tantas que, tanto Miguel como Cristina, había pasado así con otras personas.

No fue la última vez tampoco, así pasó con Laura, Karla, Mariana, Ana, otra Karla y algunas otras de las cuales sinceramente o no recordaba el nombre o simplemente no lo preguntó, aunque el nombre no era lo más importante para él, si no el número de ellas, para alardear decía más de 200, en realidad apenas llegaban a 40.

Mientras escuchaba las noticias sin ponerles atención del todo, tan solo llegó a oír fragmentos de una epidemia en México, cancelación de clases y gente en pánico para conseguir cubrebocas; dejó de poner atención a la televisión cuando terminó de leer los resultados de laboratorio que se había hecho unos días antes requeridos para un nuevo trabajo. Un escalofrío recorrió su espalda, la saliva se volvió espesa y difícil de tragar, tuvo la sensación de que su estómago se caía al suelo y que el piso se movía de su lugar, la visión borrosa y sus manos comenzaron a temblar VIH/SIDA positivo decían los papeles que tenía en sus manos.

En ese momento recordó todas las veces que tuvo relaciones sexuales sin protección, el miedo se sentía como un cuchillo afilado en su nuca, helado y punzante, la desesperación cada vez se volvía más grande, se preguntaba como había podido ser tan pendejo para no usar un condón, para calmarse se repetía que los resultados estaban incorrectos aunque sabía que era tan posible como que el día amaneciera tan soleado como cualquier otro.

Muchas pruebas confirmatorias después, cuando la resignación había llegado, sonrió pensando que a sus 28 años era una suerte no haber estado con más de 200 mujeres.

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Autor: Lorena

Soy lorena, escribo en HD-B y en otros blogs, estoy en el internado de la carrera de medicina, tengo 21 años y soy del Norte; me gusta leer, cocinar, comer, dormir, dibujar y escuchar música. Me dan miedo los perros y los objetos peligrosamente afilados.

3 opiniones en “Pandemia cotidiana”

  1. Creo que es buen momento para que la gente se pueda familiarizar con algunas palabras como prevención, protección, pandemia ……

    ….. Mucho hay por hacer; Lo triste es que se actúa solo en la crisis inminente o cuando el problema ya se salió de control.

    Te felicito por tu post ,
    Como siempre… fué un placer.

  2. Es realmente triste, pero con tu relato muchas personas podran sentirse identificadas, lo peor de todo es el hecho de suponer que a nosotros no nos va a pasar eso, por que simplemente es algo muy lejano que no podra alcanzarnos.
    Una buena historia.
    Saludos

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