Desde el Alféizar

Asomar la cabeza por ahí fue como aparecer de pronto en la cima de una montaña, como sentir un aire en la cara que nunca había sentido. Puntos de colores correteaban debajo de mis ojos, por un momento creo que fui gigante, sin embargo yo también era un puntito que veía en perspectiva las cosas desde otra posición. Estiré mas el cuello y mire hacia la nube, la vi mas cercana, mas alcanzable, como si con un ligero esfuerzo pudiera tocarla, la altura daba siempre un poder inmenso en ese momento fue que comenzé a pensar en atrapar el olor de aquella nube.

Me agarré con fuerza al alfeizar de la ventana, no podria alcanzar nada, no podria pretender audacia, pero tan solo si pudiera respirar un poco … Todos los colores del mundo se asomaron y vinieron a mi nariz al asomarme un poco, si alcanzaba a oler esa nube entre todos los olores supongo sabría identificar. De pronto alguien me habló, Incliné mi cabeza hacia la ventana de abajo, era mi vecino, me pregunto:
– ¿Buscas algo?
-Un olor- le dije
-¿cuál? Inquirió
– el de aquella nube- la señalé con el dedo

se quedó mirando, sonrió ladeando la cabeza y después se metió.

Me senté delante del restirador, tal vez haciendo algunos esbozos podría olvidar mi repentina obsesión, la pantalla intacta del ordenador me iluminaba y frente a la pantalla el reflejo de la nube aquella se asomaba. Atrapar el olor d euna nube, menuda idea… La ventana seguía abierta, pense en mi vecino, en la impresión que le habría dado. Seguro pensaba que era una tarada, una loca que se asomaba a la ventana de un edificio para oler las nubes, si, seguramente me habría tomado por loca

El cursor seguía con su parpadeo, constante como bombeando en medio de la pantalla, como un corazón incansable y su latido, mis ideas no fluían, las palabras no salían de mis dedos y yo debía escribir una historia, sin embargo no era capaz de juntar ni una sílaba. Escuché un ruido que venía de afuera, como un chasquido. Me asomé hacia la ventana

Ahí estaba él asomandose de nuevo, puso sus brazos en cruz sobre el marco de la ventana, apoyo su barbilla sobre los antebrazos y dijo
– la nube ya no está, girando la cabeza hacia mi, sus ojos parecían tomar un tono verdoso a la luz en contraste con el azul del cielo

-esperaré que pase otra- contesté decidida seguiré intentandolo

¿ y si no pasa otra? Acá no es una ciudad donde abunden las nubes, niña eres oledora profesional de nubes acaso?¿

– verás, le dije no es lo que parece…
Hizo un ademán con la mano y se metió dentro. Me quedé con medio cuerpo colgando, balanceándome peligrosamente como una hiedra silvestre en una tarde de domingo y viento. Me incorporé y miré el cielo limpio, la luna comenzaba a aparecer medio partida por la mitad como una galleta de chocolate blanco.

Parecía absurdo pero si iba a escribir una historia sobre nubes, necesitaba que estuviera allí, y probar otra vez, si era posible, sentir su olor. Tal vez las nubes olían a algo. Y entonces sí que tendría una buena historia. Me levanté y di vueltas por el comedor. No perdía de vista las ventanas.Llamaron a la puerta, tocaban tan fuerte que parecía que los nudillos se le desgastarían. Una fotografía asomó por debajo. La cogí y le di vuelta, había escritas unas palabras:

Aquí tienes tu nube. Olerla aquí es más seguro.


Gracias por la foto, le dije

-De nada, – Olerla ahí es mas sensato, no corres el riesgo de caer a menos que quieras hacerlo y se inventen historias acerca de porque te precipitaste al vacio. Si logras atrapar su olor enciérralo en un frasco tal vez algun día, alguien acepte ese regalo tan original.

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5 opiniones en “Desde el Alféizar”

  1. aún así yo habría intentado oler la nube de cualquier manera, tal vez no ese día, tal vez no desde ese balcón.

    Tal vez al día siguiente me hubiese despertado temprano, y hubiera ido a la montaña mas cercana, o en su defecto, al campo abierto, a oler los olores de la mañana, de la humedad, de la hierba…creo que ese es el olor que llevan las nubes en su interior y que en cada lluvia nos lo comparten.

  2. Yo siempre pensaba que eran algodones de azúcar pegados en el cielo, y que algún día caerían y yo me los comería todos!!

    Del sentido del olfato….. hace mucho que lo tengo atrofiado.

    Saludos Leia!!

  3. Nunca se me habría ocurrido oler una nube,pero un día fuí a Pachuca y casi era sacar la mano y tocarlas,me gustó ésa sensación.

    saludos y abrazos mil.

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