Cierra los ojos

De todas las cosas que le había pedido que hiciera esta le pareció, si no la más extraña, sí la más personal. Desde hacía tiempo no se había sentido tan expuesta como hasta ahora, siempre se había sentido orgullosa de ser una mujer segura de su sexualidad. Cuando se lo pidió no le pareció la gran cosa, ahora que en verdad tenía que hacerlo se sintió nerviosa.

De todas las cosas que le había pedido que hiciera esta le pareció, si no la más extraña, sí la más personal. Desde hacía tiempo no se había sentido tan expuesta como hasta ahora, siempre se había sentido orgullosa de ser una mujer segura de su sexualidad. Cuando se lo pidió no le pareció la gran cosa, ahora que en verdad tenía que hacerlo se sintió nerviosa.

Él la observaba con cierta curiosidad, estaba semidesnuda recostada en su sofá, un sofá que ellos ya habían reclamado en varias ocasiones y nunca la había visto tan nerviosa. Pensó que nunca empezaría, hasta que ella con mirada decidida cerró los ojos.

Ella suspiró para si misma, empezó a imaginar que los dedos que lenta y dubitativamente la empezaban a recorrer eran los de su amor y no los de ella misma. Imaginó como desearía que la tocara, como le gustaba que la tocaran, con suavidad al principio y lentamente ir subiendo el ritmo, ir bajando la delicadeza e ir aumentando el deseo y la pasión. Se vislumbró siendo deseada y amada. Lentamente conforme las sensaciones se fueron volviendo más agradables empezó a dejarse llevar, a soltar el control.

Él vio como aunque al principio su cara y sus movimientos eran dudosos conforme fueron aumentando las caricias su rostro se relajó. Observó como las manos de ella empezaban a recorrer cada vez con más seguridad sus pechos que a él tanto le gustaban. Como su respiración empezó a ser cada vez más pausada y profunda. Como ella se permitía entregarse al placer un poco más.

Mientras ella se concentraba más y más y recorría con mayor seguridad su cuerpo él la observó completa. Las acciones de ella habían hecho que la poca ropa que traía puesta ya no cubriera ni lo más elemental. Su rostro le hablaba de cómo ella dejaba de darse cuenta de su alrededor y cedía ante lo que sentía. Fue cuando ella decidió bajar su mano hasta su sexo. Conoció el que sería “El ritmo” al que a ella le gustaba. El movimiento de sus caderas también era señal de que se estaba entregando. Se preguntó que estaría imaginando. Su respiración era cada vez más entrecortada.

Finalmente pasó, por un instante ella perdió el control de su cuerpo mientras el clímax llegaba. Cuando abrió los ojos vio que el no se había movido gran cosa de su lugar desde que todo empezó.

—Estabas nerviosa, ¿Verdad?
Ella asintió -Nunca me habían pedido esto
—¿Nadie?
—No
La pregunta en su rostro no necesitó ser hecha —Quería ver tu cara de placer, eso es todo.

Ella dudó un momento pensando demasiadas cosas que normalmente no pensaba. Que nunca pensaba. Él se levantó y se acercó.
—Aquí está tu paga, puedes vestirte e irte.

Ella tomó el dinero sin sentirse muy segura, sentía que no había hecho nada para ganárselo.

Él simplemente sonrió. —Siempre te han pagado por el placer de los demás. Por una vez, déjame que te pague por el tuyo.

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13 opiniones en “Cierra los ojos”

  1. A mi me tomó por sorpresa el final, de verdad pensé que eran una pareja y no lo que narras. Si esta es la versión para niños creo que le faltó mucho erotismo.

  2. Pocas cosas tan excitantes como el rostro de la pareja mientras llega al clímax.

    Igual que a Yair, me sorprendió el final.

    Me encantan los finales que me sorprenden!

    …. Sólo sentí que no te animabas a escribir «palabrotas»…. es difícil, a mí tampoco me sale, pero ps ayuda no?

    Saludos!

  3. Me acorde de la cancion de estupido de arjona de:
    ¿Que hace el sexo en interné, el pudor en la vedet?

    Me gustó, un erotismo sutil, me hizo imaginar muchas cosas, como actuaria yo si alguien me lo pidiera… la situacion es buena y luego tomala barbona! que es una prostitua que se encuentra con el tierno cliente que toda querria encontrarse.

    y bueno, respecto a lo que dice yair, esta era para hombres o para mujeres?

    pd: que onda con la puntualidad! muy bien he, no como yo que sigo sin ajustarme a horarios

  4. ¡¡aplausos!!

    Esta es una demostración magistral de erotismo en contraposición a la pornografia.

    ¿que pienso que le faltó? un poco mas de detalle en el recorrido de ella por su cuerpo y en la descripción de las zonas que iba tocando.

    bien

  5. Coincido con jess en que la reticencia a llamar a las cosas por su nombre limita mucho la descripción de los detalles. Y -pienso yo- los detalles lo son todo en lo que al erotismo se refiere.

    La idea es genial y el final sí sorprende, pero de erótico no tiene mucho. No sé si sea para hombres o para mujeres, pero a mí no me provocó mucho más que curiosidad.

    Pero dejando de lado la finalidad de excitar al lector(a), me gustó mucho la manera de hilar las ideas. Muy buena construcción.

  6. Creo que si llaman a las cosas por su nombre, no hay problama, digo, es su nombre, se puede llegar a ser erótico sin ser vulgar y aún así decir, nalgas, pene, semen, vagina etcétera, para ello un fragmento de La huella del grito de Alberto Ruy Sánchez:

    Lo de adentro afuera.
    Después del grito llevaste las manos a tus nalgas como queriendo abrirlas más y más y nunca suficiente.Me pedías que te ayudara con mis manos. Palpitaba esa franja de piel, antes dormida, entre tu ano y tu vagina, como si fueras a cantar por esas bocas con una voz potente que estuviera aguardando ahí, desesperada entre las dos. Los labios extendidos, inflamados, repletos, palpitaban también por su cuenta. Y, me dan escalofríos al acordarme: las paredes interiores de tu vagina parecían salirse de tan llenas, de tan hambrientas, de tan abultadas. Parecían tan frágiles que apenas con un soplido podía acariciarlas. Con el calor de mi mano, apenas cerca, sin tocarlas. Acerqué luego el calor de mis testículos, tenue entre su piel plegada. Pero con todas tus bocas querías morderme. Con todas tus bocas me sonreías, me mojabas, me decías: “ven, entra en lo más obscuro conmigo, entra en la noche de mi cuerpo, donde nada se ve sino a tientas.” Me miraste a los ojos, me tomaste con las dos manos jalando mi pene hacia ti y me dijiste: “voy a ahorcar con toda mi fuerza obscura tu cosa ciega, tu dura realidad, tu piel más tensa, tus venas llenas, tu vaivén profundo, tu máxima fragilidad creciente y decreciente. Y voy a apretar tan fuerte que nunca saldrás de mí, ni muy pequeña ni muy adolorida. No admitiré chantajes ni deserciones bruscas. Entra. Que seguro te veré morir mientras eyaculas. ¿No querías convertirte en mi fantasma? Y aún después serás mi reducido prisionero. Entra ya, cierra los ojos y abre las manos. Abandona ese otro mundo donde sólo lo que ves existe, donde yo no estoy sino casi a medias.” Todo eso me repetiste luego, entre dos gritos, con todas las otras voces de tu cuerpo.

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