La luz no encendió (Srta. Pelo)

Esta es la historia de una niña que todos los días salía a caminar con un gato entre los brazos. Se llamaba Yu Mao Tong. Parecía indígena y era europea, pero todos pensaban que era asiática. Nadie sabía por qué esa indígena, digo, esa asiática, digo, esa europea, salía todos los días a caminar con un gato entre los brazos como una loca. Se rumoraban muchas cosas. Unos decían que el gato estaba muerto, otros que no era de verdad, y algunos tantos afirmaban que se trataba del mismísimo diablo.

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El incendio

Se dispuso a dormir a las cuatro de la mañana en una silla que estaba en el pasillo; a los quince minutos se levantó y se durmió en el piso; una hora después se volvió a levantar y se fue a su casa, donde ya no pudo conciliar el sueño.

A las seis de la mañana se pueden hacer muchas cosas, ella lo sabía, y lo sabía muy bien. El problema es que no estaba en ninguna disposición de hacerlas, por lo que se limitó a mirar el techo mientras imaginaba que las hormigas fornicaban en los agujeros. “Esa hormiga lo hace muy bien”, pensó. Y se puso a cantar una canción de Billie Holiday.

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Noche buena

Sádica es la manera en que acaba de vomitar la señora de la esquina que no vive en la esquina propiamente y que tampoco es prostituta pero por alguna extraña razón siempre está en la esquina y nadie la mueve de ahí.

Nunca la he visto comer, beber, ni hablar: siempre está parada ahí en la esquina sin hablar con nadie y sin hacer nada memorable. Curioso es que no parece tener problemas de salud y hasta podría decirse que es bastante guapa si no fuera porque en realidad es bastante fea.

Puede considerarse pesadilla, milagro, o ambas cosas, pero el punto es que la señora de la esquina vomitó esta mañana durante tres horas consecutivas. Los vecinos siguen sin entender cómo es posible que algo así haya pasado en nuestro aburrido y monótono vecindario.

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