Los dedos de Nubia

Literalmente hablando la hormiga murió. Nubia estaba medio desnuda, el pelo lo tenía enmarañado, con una mano acariciaba su pubis por debajo de sus húmedas bragas de algodón y con la otra frotaba frenéticamente a la hormiga alrededor de las obscuras aureolas de sus pechos caídos, la hormiga ya había muerto decapitada en una de las tantas veces que ella la apretaba contra sus duros y prominentes pezones, pero eso no impedía que ella imaginara que se estaba cogiendo a la hormiga.

Ella seguía proporcionándose placer manipulando hábilmente su clítoris cuando abrupta y sorpresivamente entró en la habitación el amante en turno de Nubia. El vestía un viejo pantalón de mezclilla roído de la rodilla, unos sucios tenis Converse y una camisa verde chillante tipo Polo, estaba lleno de hollín y sudor; la escena le alteró y excitó a la vez, no obstante el le gritó: Continuar leyendo «Los dedos de Nubia»

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Recuerdos

NAVIDAD del ´52 es una fecha que aun recuerda muy bien, los detalles se han ido borrando, pero el vivido recuerdo de la extraña que en la noche metía la mano en el vomito, -aquella asquerosa inmundicia- tratando de recuperar unos libros de un autor de apellido Borgues o Borges –Jorge Luis o José Luis, el nombre es lo de menos- aún le producía algo de gracia. Pero lo que ella hizo no fue mejor, recoger de esa porquería anaranjada los cuatro aretes y los cincuenta dólares.

Muchas veces se ha preguntado por que hizo eso en vez de ayudar a la pobre señora que vomitaba sin control, o revisar al marido e hijos tumbados en el piso. Pero lo que la seguía lacerando era la mirada de odio de la extraña que tomó los libros; no entendía como alguien la podía odiar con tan solo verla.

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