De mi

El hombre es el único animal que tropieza (al menos, pero casi siempre más) dos veces con la misma piedra.
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– ¿Vienes? – preguntó con aquellos ojos aceitunados y media sonrisa con que solía manipularme.

Negué levemente con la cabeza, era la manera más fácil de terminar con aquello, – Por favor– insistió dándome un beso en la mejilla pero rozando intencionalmente mis labios. Accedí. Continuar leyendo «De mi»

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Ella

Después de tanto tiempo, aun recuerdo como se sonrojaba cuando acostada sobre mi lecho, lentamente la desnudaba y atentamente la contemplaba.

–“¿Por qué a mi me desnudas toda y tu te quedas vestido?” era siempre su reproche, el cual era la indicación que yo estaba esperando para desvestirme todo. –“Siempre te desvistes todo, eso me gusta” decía con cara de satisfacción al haber logrado su cometido.

Y, aunque sé que no era la más guapa del mundo… juro que era más guapa que cualquiera.
J. Sabina.

Después de tanto tiempo, aun recuerdo como se sonrojaba cuando acostada sobre mi lecho, lentamente la desnudaba y atentamente la contemplaba.

–“¿Por qué a mi me desnudas toda y tu te quedas vestido?” era siempre su reproche, el cual era la indicación que yo estaba esperando para desvestirme todo. –“Siempre te desvistes todo, eso me gusta” decía con cara de satisfacción al haber logrado su cometido.

Yo desnudo, ella semidesnuda tan solo con sus bragas me permitía empezar a elaborar una cartografía mental con la yema de mis dedos de su cuerpo. Ella, apenada, cubría discretamente sus Continuar leyendo «Ella»

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Epílogo a El sabor de su sangre

Epílogo a: El sabor de su sangre

No se dio cuenta del momento en que se quedó dormida acurrucada del frio de aquel sábado cercano a las fiestas navideñas, tenía entre sus manos uno de esos libros de Vampiros que ahora tan de moda están entre las mujeres ávidas de novelas de amor tipo Corín Tellado pero algo más actualizadas y un poco más de tensión sexual. Continuar leyendo «Epílogo a El sabor de su sangre»

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Felaciones

Y . . .

Con una voz grave, un marcado bamboleo seguramente originado por el alcohol y una penetrante emanación a sudor le rogó: -“Joven, por favor regáleme un cigarrito o unas monedas para comprar algo de comida”.

Juan Pablo que no fumaba, sacó del bolsillo trasero de su pantalón un arrugado billete de 20 pesos que no le habían aceptado en el merendero cercano a su oficina por contener una leyenda política opositora al gobierno, estiró la mano y antes de hacer contacto con la de aquel, lo soltó, al momento que murmuraba para si: «necesito tranquilizarme,
no puede ser que hasta un menesteroso pedigüeño me asuste». Continuar leyendo «Felaciones»

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Las escaleras

Timbraste un poco antes de lo que yo esperaba; como pude me puse mi camiseta, bajé las escaleras, y previo a abrir la puerta, encendí el reproductor de discos compactos que tengo en la sala, el cual empezó a reproducir el último compacto que había introducido no se hace cuanto tiempo.

Hacía ya más de tres semanas que no te veía, y si acaso, habíamos intercambiado dos o tres llamadas telefónicas. El verte después de largas ausencias me produce una serie de descargas eléctricas que recorren indistintamente mi estomago y espina dorsal como la primera vez que te besé, hace ya algunos años en aquel pequeño restaurante italiano a las afueras de la ciudad.

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