Madrugada…

¿Quién soy? -se preguntan- ¿Quién soy? Soy nada. No existo pero camino a su izquierda, soy su sombra, su vida y su muerte. Justo ahí, donde termina su visión periférica, es mi inamovible lugar.

Escrito por: ROSS LA TERRIBLE

La luz de la luna se perfila nítida, en perfectas y simétricas barras luminosas entre los pliegues de la delgada cortina, justo ahí, en las sombras provocadas por la luz.

Lo observo. Lo siento. Lo leo. Él me sabe ahí de alguna nítida, pero olvidada manera. Así de confusa soy en su vida.

Recostado en el sillón, con una pierna en el piso, haciendo anclaje, piensa en lo que fue su vida antes de esta soledad, del obsesivo zapping en la TV; de libros esperando su turno, de música sin colocar aún en el iPod, de ir del trabajo a casa, de una cerveza con los colaboradores o amigos solo por no dejar, sin mayor complicación, sin mayor gusto, en automático. Como un auto bien afinado.

Un argumento frágil apenas hablar de depresión. La realidad dentro de su mente va mas allá.

Se reacomoda. El sillón se amolda a su cuerpo (es tan cómodo). En ocasiones mejor que la cama. Coloca su brazo bajo la nuca. El control remoto de la TV -ahora en mute- descansa sobre su estómago que ya perfila una pequeña panza que odia, pero no hace nada por eliminar.

El zapping está en su mente, Click…

La velocidad es variable; también la recepción. Es borrosa y sin sonido de aquellos días en que conoció el amor; ése que él creía que era sólo cosa de pelis para chicas, tortura necesaria para ponerlas en el mood romántico y conseguir una buena noche de sexo.

Click…

Niebla… sensación de caer, vértigo, miedo.

Click…

Ahora la sensación cambió. Es casi una molestia física, atisbó el infierno desde la mismísima puerta principal. Aún no sabe cómo lo evadió. Duele… tanto que aún sigue, de cuando en cuando, (en un ataque de autocompasión) contando a alguna chica, la historia editada de cómo se le rompió la felicidad. A algunas les provoca ternura. Un buen punto para empezar… empezar nada… no hace nada con eso.

Click…

Silencio, vacío

Click…

Las chicas lo miran. Él también las nota. Viene el verano. Escotes y minifaldas se verán pronto por las calles, como aquella mujer del elevador con quien no pudo hablar ayer por esas malditas bacterias que lo atacaron sin piedad. Él es un hombre de estomago delicado. ¿Será que cuando se rompió el corazón hubo daños colaterales? En fin… mujeres tan dispuestas, tan complicadas, inalcanzables… al menos por ahora.

Click…

Escucha un ruido. Alerta. Mira directo a mi. Me muevo ligeramente, esperando que me note, que me escuche en su mente. Él lo atribuye al movimiento de las cortinas, a un poco de viento colándose entre las ranuras de la ventana. ¡Ah, es tan común que me ignoren! Que no noten mi sonrisa. Últimamente anda algo perdido. Me nota y le cuesta olvidarme, pero lo ha ido logrando poco a poco. Si yo pudiera dar menos explicaciones, le dejaría saber secretos. Secretos con poder que le darían paz. Una relativa paz. Pero tiene miedo de desatar demonios.

Click…

Voces, complicidad, apoyo a $800.00 la hora. Al menos habla de cosas que no se atreve a decir en voz alta la mayor parte del tiempo, pero en realidad lo que cuenta en ese lapso es dictado por las novelas, las pelis. Al menos esto no es trabajo o familia… así cuenta como ser social funcional. En proceso de reincorporación al mundo.

Click…

La luz se fue. La lámpara esta lejos. Se queda en penumbras. Cierra sus ojos con esas hermosas pestañas. Está en el umbral del sueño. Gira. El control remoto cae al piso y no lo escucha.. en realidad no le importa. Su respiración es suave y pausada. No ronca.

Click…

Me muevo rápido. Me percibe como una ráfaga de aire de algún lugar. Me arrodillo junto al brazo del sofá a su izquierda. No junto a su rostro, no. Si abriera los ojos en ese estado de semi inconsciencia me vería. No puede verme aún: no está listo, pero el percibe mi respirar cerca, muy cerca del cabello de su sien. Su aroma es dulce, suave y constante, estoy tan cerca que casi puedo tocar con mis labios la textura de su cuello, suave piel, mm. Pero hoy no es la intención provocarle suenos intensos de piel. Lastima. Hay pendientes, concentrémonos.

Click…

Miro alrededor con mirada felina. Nadie me ve. los otros están a considerable distancia. Mi presencia es más fuerte, mi habilidad mas consistente, mi ascendencia sobre él es de años atrás, décadas, siglos. Le susurro verdades eternas, reglas, que él percibe como intuiciones, sueños, premoniciones. Le doy ventaja pero no demasiada; la batalla es eterna y debe fortalecerse en ella.

Click…

Silencio, los demás se acercan. Son parte de él como yo. Sólo que a mi ya no me teme… al menos no como a los demás que son caóticos y ruidosos. Lo aturden. Le infunden terrores difíciles de verbalizar.

¿Quién soy? -se preguntan- ¿Quién soy? Soy nada. No existo pero camino a su izquierda, soy su sombra, su vida y su muerte. Justo ahí, donde termina su visión periférica, es mi inamovible lugar.

Encabezo la legión de sus fantasmas, de sus demonios. Aquellos a los que teme y aun así usa cuando la rabia y el odio lo dominan, después de todo es sólo un humano.

Y yo, yo soy RA y me declaro culpable de desear su presencia, su miedo y fragilidad más que su paz. Después de todo es como una mascota adorable.

RA.

Del mismo autor:

Share
Simbad de la Porra

Autor: Simbad de la Porra

Ex-marinero que viajó siete veces, mujeriego del corte de Casanova, se enamoró de cada mujer que conoció, oficial de frontera, perseguidor de indios comanches, liberal de membrete, hombre de dinero (a futuro) y promotor de un proyecto separatista.

8 opiniones en “Madrugada…”

  1. ¡OLE! por Ross.

    Como miembro subersivo de mi tripulación, Ross la Terrible no entiende de ordenes, instrucciones o jerarquias, . . . tampoco entiende de cuidar la ecología, cuidar el papel, no usar tiner a color. . .ni de no quitarle el tiempo a sus compañeros de oficina. . .

    Por eso es la segunda al mando en mi nave. . .

    P.D. tampoco sabe lidiar con sus zapatos

  2. Buen cuento, me gusta como entrelazaste los elementos, la muerte, los miedos, la soledad. En ocasiones me recuerda mi propia historia… creo que eso es lo que lo hace fuerte, esas trdes de zapping y miedos que todos hemos tenido, ese sentimiento de estar sin pertenecer… de pertenecer sin ser…
    de merodear el borde del abismo y refugiarnos en nuestras vidas normales, en nuestras rutinas… cómodas como ese sillón que en ocasiones supera a la cama.
    Estaré esperan do el proximo.
    Un beso

  3. Wow, la verdad que es como estar frente al futuro y el pasado al mismo tiempo, me encantó!!! Buenísimo Ross!!! Felicidades !!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.