Orden directa

—¡¡¡Dispara, dispara, dispara, disparaaaaaaaaaaa!!!

—!!!Ahhhhh!!!

El sonido de las balas descargarse resonó por todo el pasillo, pero aún así pude escuchar los impactos al entrar en el cuerpo del objetivo.

Ricardo, Arturo, Elena y yo habíamos sido asignados para mantener el hospital a salvo, en cuarentena y en orden hasta que el helicóptero llegara con las vacunas. Éramos el mejor equipo de la fuerza, por eso nos habían confiado la locación, y por eso éramos solamente los cuatro.

Arturo fue el primero en caer.

Elena: Se acerca un grupo en jeep por el norte, repito, se acerca un grupo por el norte.

Arturo: Entendido, tomaré el frente y que alguien los sorprenda por el flanco derecho, cambio.

Elena: Afirmativo, espera a que se acerquen lo más que puedan, me encargaré de quien viene al volante, desde aquí hay una excelente vista.

Di la orden de abrir fuego, Elena nunca había fallado un disparo limpio, era la mejor francotiradora de la fuerza. Elena miró por la mira de su rifle enfocando con la cruz la cabeza del conductor, calculó la distancia y la trayectoria de la bala, apuntando así un poco más abajo para no fallar el disparo, y no lo hizo. El disparo fue mortal, la sangre tomó por sorpresa a los pasajeros del jeep que comenzaron a disparar hacia las rejas del patio del hospital. Artuto estaba montado sobre la ametralladora de tres pies y comenzó a disparar contra el descontrolado jeep provocando que se volcara matando a los pasajeros y estrellando el vehículo contra la reja. El jeep se detuvo casi a la mitad del patio, Arturo había logrado saltar a tiempo y se encontraba a salvo, Ricardo aguardaba en la entrada del hospital. Todo parecía regresar a la normalidad hasta que el jeep estalló liberando la pesadilla.

Ricardo: Coronel, Artuto parece que está herido, saldré por él.

Arturo: No es nada, sólo es un rasguño, voy para allá.

Arturo comenzó a caminar hacia la entrada del hospital cuando el estallido del jeep liberó una enorme explosión de gas color púrpura, Arturo cayó aturdido por la explosión y Ricardo estuvo a punto de salir a su auxilio, pero lo detuve.

Ricardo: !pero está herido! debemos auxiliarlo

Arturo ya no era uno de nosotros, los bastardos del gobierno habían decidido eliminarnos de sus planes y habían comenzado a tratar de convertirnos en lo que habíamos estado evitando. Me encargue personalmente de volarle la cabeza y con ello asegurarle una muerte diga de un hombre como él.

Arturo: adelante Coronel, dispáreme, no dejaremos que esos bastardos ganen. Ha sido un honor combatir a su lado…

Sólo quedábamos tres, y mientras preparábamos un plan para escapar de ahí victoriosos con el maletín, el gobierno había logrado descender paracaidistas en la azotea del edificio.

Ricardo: Están bajando por las escaleras de emergencia, yo me quedaré a detenerlos en la planta baja, ustedes deberán huir, en el sótano hay una motocicleta que podrán usar, adelante.

Ricardo logró detenerlos por más tiempo del que Elena y yo habíamos pensado. Al menos murió haciendo lo que mejor sabía hacer: combatir.

En el pasillo final que conducía a la puerta del estacionamiento en el sótano fuimos alcanzados y sólo había algo que hacer:

—Presta atención Elena, yo a quedarme en esta puerta y tu huirás en la moto como dijo Ricardo, ten, llévate el maletín y pase lo que pase no te detengas, eres la única que puede salir viva de esto.

—No voy a dejarte aquí y lo sabes, no puedo.

—Claro que puedes y lo harás, la única forma de ganar tiempo es volando esta puerta junto con todos esos malditos, era de esperarse y vengo preparado, ¿Ves esto? es una mezcla líquida altamente volátil. Una vez que estés en la puerta del estacionamiento, dispararás a mi mochila y volaré con los malditos.

—No, no, no, no, estas loco, podemos salir juntos de esto, lo prometiste, prometiste que después de esta misión iríamos a la playa, ¡tu lo prometiste!

—Deja de llorar Elena, date prisa, como tu Coronel te orden que obedezcas

—Pero no eres mi Coronel, eres mi esposo

—Con mayor razón, amor, hasta que la muerte nos separe.

—No, jamás.

—!Deprisa, allá vienen, vamos yo te cubro!

Comenzamos a avanzar hasta la puerta de la salida, Elena logró llegar y encender la motocicleta, estaba lista, sólo me esperaba. Yo seguía todavía a una distancia ganando lo más de tiempo que se pudiera.

—!Qué estás esperando, dispara y lárgate de aquí!

—Jamás, no me iré si no es contigo

—Anda, dispara, están cerca, ahora dispara

—!No, no, no!

—¡Di una orden directa, Elena, dispara!

—No, no puedo

—¡¡¡Dispara, dispara, dispara, disparaaaaaaaaaaa!!!

—!!!Ahhhhh!!!

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Autor: Yair

El administrador de HD-B, escribidor amante de las letras y las muejeres. Un tipo más bien raro.

4 opiniones en “Orden directa”

  1. «se escuchaba mejor en mi cabeza» jajaja ay amorcito!

    pues no esta mal, ok si se ve muy al estilo de video juego, quiza un poco mas detallado habria sido «mas mejor» aun asi, ese detalle final de «no mames goooey y luego que paso?» me gusto

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